Estamos hundidos en violencia, necesitamos que abran los ojos

“La ausencia duele más cuando no haces nada”. “Como víctimas nos tenemos que convertir casi en licenciadas, en investigadoras, en peritos, en lo que sea”. “Ya estamos vacunadas contra la manera protocolaria que usan los funcionarios, no nos ofendan con sus discursos”. “Las personas que se sacan de una fosa no huelen, saben. Uno se lleva su sabor en el paladar”. “Necesitamos más gente que esté harta, no solo de las desapariciones. Estamos hundidos en la violencia. Necesitamos que ya abran los ojos y se empiecen a quejar. Aquí está la verdad, la tenemos nosotras”.

Son extractos de conversaciones, declaraciones, gritos, súplicas, de Angélica, Gabriela, Lina, Edith y otras madres, hermanas, esposas inmersas en las búsquedas de sus personas desaparecidas, de los desaparecidos de otras, cuyos cuerpos, algunos de ellos, se hallaron en fosas irregulares operadas por las propias autoridades.

Eso ha sucedido por años en los pueblos de Jojutla y Tetelcingo, en Morelos, donde siguen apareciendo cuerpos sin identificar que evidencian prácticas periciales negligentes y algunas otras ausentes, como si hubiera urgencia por ocultarlos bajo tierra. Muchos de esos cuerpos vienen de otros estados para acabar en estos atroces depositarios.

¿Qué hay detrás de esas operaciones irregulares? No serán las propias autoridades quienes admitan los hechos. Ni fue por su voluntad que las fosas volvieron a abrirse. Fue por la presión de las familias de las víctimas, que desde su pérdida se han vuelto incansables buscadoras. Hay una crisis forense en el país.

De eso va el documental Volverte a ver, de la realizadora Carolina Corral Paredes, mismo que se exhibe de manera gratuita en la plataforma Cinépolis Klic desde este fin de semana y hasta el 31 de mayo, a manera de apertura del ciclo Rostros y luces con el que Ambulante busca insistir en la necesidad de voltear a ver una realidad de violencia que tiene tiempo de habernos rebasado.

“En temas como este las protagonistas y el documentalista tienen objetivos similares, quieren llegar al mismo puerto, así que la distancia crítica del documentalista es más bien contra el gobierno, contra el que perpetúa”, declara la realizadora. “Las mamás y la ciudadanía tenemos un objetivo en común que nos acerca. Todos queremos que se acabe la guerra, que deje de haber desaparecidos. Es importante acompañar a las colectivas, grabar desde su perspectiva, fortalecerlas. En este sentido mi rol debe ser cuestionando qué tipo de gobernantes tenemos, a quiénes le estamos dando nuestros impuestos y por qué, si nos están desapareciendo”.

¿Hay razón para sentirnos ajenos?

El nuestro es un país donde la defensa de los derechos humanos, en apariencia lo más esencial y universal de toda sociedad que se jacte de ser civilizada, es motivo del desdén de los gobiernos, un desdén tan recalcitrante que parece repudio. En este país, las mujeres se han hartado de marchar para pedir justicia, nada más eso, justicia, sobre calles tapiadas a su paso y al pie de oídos sordos. Para las familias de las personas desaparecidas, de las víctimas de la violencia, todos los gobiernos se han esforzado para mimetizarse en uno solo, un terrible antagonista de todos los colores, de funcionarios displicentes, negligentes y no pocos sospechosos de colusión con el crimen organizado. Son las sensaciones que deja este trabajo fílmico.

“Por ejemplo, en Jojutla nadie sabía cuántos cuerpos iba a haber. Es insultante y degradante saber que el gobierno te está diciendo que hay 35 cuerpos y que al final de 10 días de exhumación te encuentras con que son 85 y todavía hay más por escarbar. Así lo vivimos, como se va revelando en el documental. El gobierno sabe cuántos cuerpos enterró, pero finge que no lo sabe. Todo eso es insultante. En Tetelcingo, cerca del 85% de los cuerpos tienen señales de violencia. Eso le hubiera correspondido al gobierno investigar. Claro que sorprende que un cuerpo que tiene señales de tortura no tenga una carpeta de investigación, siendo que está en una fosa del Estado”, agrega Carolina Corral.

Usted podrá pensar que un anticipo como el aquí vertido ya resulta bastante desagradable como para que le queden ganas de ver una cinta de este tipo. No se sienta culpable del rechazo, pero tampoco se relaje. Piense en esto: lo que este texto le cuenta es parte de su presente, de su realidad, de su país. ¿Puede usted negarlo? Quizás podrá asumirse distante de todo riesgo; no esté tan seguro. Sacúdase la certeza. En este país hay 11 mujeres asesinadas a diario sin distinción geográfica ni de estatus social. Está sucediendo ahora mismo, probablemente a no mucha distancia de donde usted se encuentra. ¿Qué va a hacer al respecto?

Un archivo pericial ciudadano

La producción del documental realizó una serie de fichas con los dibujos que las mujeres buscadoras realizaron durante la apertura de las fosas bajo su inspección. Estas fichas se presentan en la página del documental a manera de archivo pericial ciudadano, con referencias de las posesiones con las que fueron hallados los cuerpos, sobre todo la ropa con la que, por cierto, no debieron ser enterrados de haberse hecho un trabajo pericial profesional; anotaciones de referencias particulares, como tatuajes o pulseras, entre otros detalles. Las fichas podrían ayudar a facilitar la identificación de un cuerpo por sus familiares.